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Catholic News Herald

Serving Christ and Connecting Catholics in Western North Carolina

Viewpoints

Feel like a ‘throwaway’? Consider the peach tree

gilfillanOn the edge of my property a lone peach tree grows between the woods and the gravel drive. Years ago, someone probably finished eating a peach and carelessly tossed the pit out of their car window. With the dense undergrowth, the pit overcame insurmountable odds to sprout into a sapling and grow into a small tree.

Bishop Robert Barron: Society’s highest values came from Christianity

barronTom Holland’s magnificent book “Dominion” develops in detail what amounts to a very simple proposition – namely, that Christianity is responsible for many of the central values we take for granted and assume to be universal. In point of fact, he says, our insistence on the dignity of the individual, fundamental human rights, the principle of equality and, perhaps above all, that the poor, the marginalized and the victimized ought to be specially cherished, flows from basic Christian convictions.

The Resurrection is the reason

robertsNearly 40 years ago, on a Tuesday, my sister Erin ran into the house with the excitement and enthusiasm that only a 7-year-old girl with a story to tell could muster. Immediately, she began to tell my mother about the wonderful adventure that she and her older brother had been having outside. Now she described in great detail the clouds and the birds and the sunshine and the neighbors who walked by all as we were engaged in the challenging project of getting a kite to fly on a Tuesday afternoon.

Effie Caldarola: We ask for a sign when it’s better to be one

caldarolaAs a small child, I was a bit of a religious nerd. I’m not sure why, but I was the oldest child, the only daughter, and our little Catholic mission parish in farm country was central to our lives. From a young age, faith intrigued me.

Kathryn Evans Heim: We become what we behold

heimThere are so many things clamoring for our attention these days, in all different kinds of ways. We are assaulted by advertisements, which are practically unavoidable on every video we watch, on billboards, on the radio and on our social media feeds.

Deacon Enedino Aquino: Are we making progress this Lent?

aquinoWe began the season of Lent this past Feb. 14, precisely on Valentine’s Day, a day of love and friendship. What better time to begin this season with the true love of Jesus in His self-giving for us!

Jaymie Stuart Wolfe: This Lent, embrace the call to forgive

JaymieWolfeIn Roman Catholic parishes, the rituals of Lent begin with the imposition of ashes on Ash Wednesday. But many Eastern Christians – both Catholic and Orthodox – set the tone for the penitential season of Lent by observing another tradition: Forgiveness Sunday.

Dr. Tod Worner: Amid so much noise, we crave silence

wornerShhhh.
Do you hear that?
That’s right – Nothing.
Silence.

cvnc MR 12 FROM THE PASTORS

Read and listen to homilies posted regularly by pastors at parishes within the Diocese of Charlotte:

Words of Wisdom

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120823 stluciaLa Iglesia celebra el 13 de diciembre la fiesta de Santa Lucía de Siracusa, mártir cristiana que vivió entre finales del siglo III e inicios del s. IV. Santa Lucía es muy popular y querida por ser intercesora cuando hay problemas de salud vinculados a los ojos o la visión. Desde la Edad Media se le conoce como protectora o patrona de la vista.

De acuerdo a las “Actas de Santa Lucía”, la mártir nació en Siracusa, Sicilia, Italia, en el seno de una familia noble. Sus padres eran conversos al cristianismo y se preocuparon por educarla en la fe. Tras la muerte de su padre, Lucía se acercó al Señor Jesús buscando consuelo y fortaleza para afrontar el dolor que la embargaba.

Dios se convirtió en su protector y ella prometió, en secreto, virginidad perpetua. Eutiquia, su madre, sin saber de la decisión de su hija, la ofreció en matrimonio a un joven pagano.

Eutiquia padecía de hemorragias y Lucía, con el propósito de ganar su favor, le aconsejó que fuese a orar a la tumba de Santa Ágata de Catania para pedir por su curación. Dios escuchó los ruegos de la madre y le devolvió la salud. En señal de gratitud, ella le ofreció a Lucía acceder a cualquier cosa que le pidiera. La joven rogó que no la obligue a casarse, confesándole su deseo de consagrarse a Dios y repartir la fortuna familiar entre los pobres. Eutiquia, segura de cuál era la voluntad de Dios, le otorgó el permiso a su hija.

Al enterarse de esto, el pretendiente de Lucía se enfureció y la denunció ante el procónsul Pascasio, acusándola de ser cristiana. Eran tiempos de la persecución de Diocleciano, y el procónsul llevó a la joven a su presencia; luego la amenazó de muerte a menos que desistiera de su postura. Lucía respondió así a la amenaza: “Es inútil que insista. Jamás podrá apartarme del amor a mi Señor Jesucristo”.

El procónsul, para apartarla de Dios, ordenó que sea llevada a un prostíbulo, pero ella, sin dar un paso atrás, exclamó: “El cuerpo queda contaminado solamente si el alma consiente”.

Los guardias romanos intentaron llevarla a rastras hacia el prostíbulo, pero no pudieron. Lucía parecía haber sido fijada al suelo. Entonces trataron de quemarla y tampoco pudieron. Por último, le sacaron los ojos y le cortaron el cuello. Aun en ese estado, en su agonía, Santa Lucía parecía seguir viendo y, mientras se desvanecía, mostraba una fuerza inusitada para dirigirse a los que estaban presentes y exhortarlos a que se conviertan y sean fieles a Cristo.

La respuesta de Santa Lucía de Siracusa al procónsul produjo ecos importantes en la teología moral siglos más tarde. Santo Tomás de Aquino reconoció la profundidad y fuerza moral de la sentencia: “El cuerpo queda contaminado solamente si el alma consiente”.

Para Santo Tomás estas palabras corresponden con el principio moral de que no hay pecado si no hay consentimiento en el mal. Una persona puede mantenerse pura y santa si no consiente el pecado así sea forzada o violentada; el alma no presenta mancha alguna ante Dios.

Los ojos de Lucía

A Santa Lucía se le suele representar con una bandeja en la mano en la que yacen los ojos que le fueron extraídos. Y es que hay un relato que difiere del anterior, en el que aparece como víctima del acoso de un pretendiente a causa de la belleza de sus ojos. La joven, para liberarse de él, se habría sacado los ojos y se los habría enviado. Dios, en recompensa por su modestia, le devolvió la vista dándole otros ojos aún más bellos.
En la Edad Media, periodo en el que la devoción a Lucía se fortalece, se empezó a pedir su intercesión contra las enfermedades de los ojos y su nombre se vinculó a la palabra “lux”, que en latín quiere decir “luz”. Esto reafirmó aquellos relatos en los que el tirano mandó a los guardias que le sacaran los ojos sin que ella perdiese la visión.

— Condensado de ACI Prensa