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Catholic News Herald

Serving Christ and Connecting Catholics in Western North Carolina
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caldasOctubre siempre fue un mes muy especial para mi. Recuerdo que desde niño esperaba con ansias que llegara este mes para asistir con mis padres a la procesión del Señor de los Milagros.

Tengo en mi memoria el olor del incienso, la fragancia de las velas encendidas y el sabor del turrón de doña pepa, un dulce tradicional que solía ofrecerse en Lima únicamente durante la fiesta del Cristo Morado.

Mi mamá me vestía con el tradicional hábito color morado que nos identifica a los seguidores de esta devoción, me colocaba en el pecho un ‘detente’, pequeña estampa con la sagrada imagen del Señor cosida a un trozo rígido de paño, y colgaba en mi pecho un cordón blanco.

Al inicio me llamaba la atención el colorido, la cantidad de gente que, como un mar humano, se afanaba por estar cerca a las andas que llevaban la imagen de un Cristo Moreno, como yo, muy diferente a las que veía en los templos.

Tengo fresco en la mente los rostros de las personas que podía ver al descansar en en los brazos de mi madre o el hombro de mi padre, cuando ya exhausto, al sentir que no podía caminar más, les pedía que me cargaran.

La fe, la comprensión del significado y el mensaje de “mi negrito”, como llamo al Señor de los Milagros, llegaría después, conforme iba madurando y siendo testigo de la fe que tenían mis padres, familia, tíos, abuela y abuelo.

Es así que a los 16 años ingresé a la Hermandad del Señor de los Milagros, a la Cuadrilla 16, la llamada ‘Cuadrilla de emergencia’, que asiste con primeros auxilios a los fieles que sufren algún desmayo por acudir a la procesión en ayunas. Por muchos años, gracias a Dios, la Cuadrilla 16 me dio ejemplo de fe, honestidad, servicio y amor al prójimo.

Asistir año tras año a las procesiones, me hizo testigo de muchos milagros y de la fe inquebrantable del pueblo peruano.
Al igual que con muchísimos fieles, el Señor ha sido generoso conmigo. Me aferré a Él en los momentos más duros y puedo decir que hasta el día de hoy nunca me ha soltado de su mano.

Desde 2013, contamos con la presencia de la Hermandad South Charlotte en la ciudad y tengo el gran honor de ser presidente de la hermandad, como se llama aquí, o capataz, como tradicionalmente lo llamamos en Lima.

Los miembros de la hermandad tratamos de dar todo de nosotros mismos para poder rendir homenaje a nuestro Señor en agradecimiento a todas las gracias que nos ha regalado, sigue entregando y dará en el futuro. Este es un trabajo de todo el año, ya que la imagen ha sido acogida por la Iglesia Nuestra Señora de Guadalupe en Charlotte y recibe la visita de los fieles todos los días.

Quiero invitarlos a que visiten la imagen y la acompañen por unos minutos. Solo hay que contemplar el rostro del Cristo Moreno, contarle nuestras alegrías y tristezas y entregarse a Él. Estoy seguro que no los defraudará.

Jorge Caldas es presidente de la Hermandad de Cargadores y Sahumadoras del Señor de los Milagros South Charlotte.