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Catholic News Herald

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Sor Ana de los AngelesEl 10 de enero de 1686, la Beata Sor Ana de los Ángeles Monteagudo, con más de 80 años de edad, partió a la Casa del Padre. Por eso, la Iglesia católica recuerda a esta religiosa ejemplar, mística, formadora de novicias y priora.

El Papa San Juan Pablo II la beatificó en su natal Arequipa, Perú, el 2 de febrero de 1985. En aquella oportunidad el Santo Padre señaló lo siguiente: “Sor Ana de los Ángeles confirma con su vida la fecundidad apostólica de la vida contemplativa en el Cuerpo Místico de Cristo que es la Iglesia”, y es que Sor Ana se educó con las madres dominicas, y a través de ellas conoció y empezó a seguir los pasos espirituales de Santa Catalina de Siena en tierras americanas.

ENAMORADA DE CRISTO

Sor Ana nació a inicios del siglo XVII. Según la costumbre de la época, fue internada para su educación e instrucción en un monasterio que pertenecía a la rama femenina de la Orden de Predicadores (dominicas). Cuando más adelante regresó al hogar a petición de sus padres quienes querían casarla, expresó su deseo de ser religiosa. Quería entregarle su vida a Cristo, incluso frente a la reacción de sus padres que intentaron disuadirla con joyas, vestidos y comodidades. Con el tiempo, su padre aceptaría su voluntad, pero su madre le pidió que no regresara más a casa.

ESPOSA DE CRISTO Y SU IGLESIA

Al hacer sus votos religiosos añadió “de los Ángeles” a su nombre. En el convento mantuvo siempre un espíritu sereno y de sobrio entusiasmo.
Sor Ana llegó a ser maestra de novicias, y, posteriormente, priora. Se cuenta que Sor Ana siempre se sintió incapacitada para el puesto más alto en el monasterio, sin embargo, hizo siempre su mejor esfuerzo para servir a Dios en el lugar que le había confiado. Algunas historias hacen referencia a intentos de rebelión de sus hermanas y más de un complot para envenenarla. La causa: el descontento con las medidas de austeridad impuestas por Sor Ana y su orden expresa de que las religiosas sólo vistieran sus hábitos, sin ningún adorno adicional.

Sor Ana encabezó una reforma radical del monasterio que se centró exclusivamente en el deseo de santidad: “Sabía acoger a todos los que dependían de ella, encaminándolos por los senderos del perdón y de la vida de gracia. Se hizo notar su presencia escondida, más allá de los muros de su convento, con la fama de su santidad. A los obispos y sacerdotes ayudó con su oración y su consejo; a los caminantes y peregrinos que venían a ella, los acompañaba con su plegaria”, subrayó San Juan Pablo II.

LAS ALMAS DEL PURGATORIO

Un aspecto muy hermoso de la vida de la beata fue la cercana relación que mantenía con las almas del purgatorio, a quienes llamaba “sus amigas” y por las que rezaba incesantemente. “De esta forma, iluminando la piedad ancestral por los difuntos con la doctrina de la Iglesia, siguiendo el ejemplo de San Nicolás de Tolentino, de quien era devota, extendió su caridad a los difuntos con la plegaria y los sufragios” (Homilía de la Misa de Beatificación de Sor Ana).

Sor Ana también predijo varias veces las enfermedades de sus allegados, para algunos predijo la cura y en otros casos, la inevitable muerte.

En sus últimos años de vida sufrió una ceguera que la limitó muchísimo, a la que se sumó cierta dificultad para caminar. Sin embargo, jamás se le escuchó una queja.

Diez meses después de su muerte su cuerpo fue exhumado, encontrándose en buen estado, con cierta flexibilidad de músculos y articulaciones, y expidiendo un aroma fresco.

Desde su muerte se reportaron numerosos casos de personas que por encomendarse a la intercesión de Sor Ana de los Ángeles o tocar alguna de sus reliquias, recibieron la gracia de la curación. Esto motivó a las monjas catalinas a iniciar el proceso hacia los altares de la que podría ser la primera santa arequipeña.

— Condensado de Aciprensa

Más online

En santacatalina.org.pe: La página oficial del Monasterio de Santa Catalina de Arequipa

 

Oración por su canonización

Oh Santísima Trinidad,
te damos gracias por haber elegido a Sor Anita
como reflejo tuyo de la serenidad y paciencia en los sufrimientos.
Ella nos ha demostrado su gran humildad en las tareas ordinarias,
la dedicación diaria a la oración, el arduo trabajo apostólico y
la confianza que siempre debemos tener en tu infinita misericordia.
Oh Sor Anita, concédenos por tu intercesión, y si es voluntad de Dios,
el favor que te imploramos con amor: (Mencione su petición).
Ayúdanos también en la perseverancia en la fe,
la salud de nuestros seres queridos, la unidad de los cristianos,
la protección Maternal de la Virgen de Chapi
y el crecimiento espiritual de tus hijos.
Todo esto lo pedimos con la esperanza que
nuestra amada Beata Sor Ana de los Ángeles Monteagudo
sea pronta incluida en el batallón de los Santos
para mayor gloria de nuestro amado Dios.
Amén.